jueves, 31 de enero de 2008

Cuanto temor, me meo toa!!!!




Siéntate aquí ya y no me seas remilgá!!!. Que esta mañana me he despertao con un palpito y de hoy no pasa, así que venga y no me seas de tu pueblo que el suelo lo tengo más limpio que un jaspe.


Pues niña, te cuento y es que desde que el otro día me pasó eso en la escalera... mira, mira, si es que es empezar a hablar sobre eso y se me ponen los pelos de punta.


Pues eso, que desde que me pasó eso no hago más que reinar y reinar y he pensao que ya de hoy no pasa, así que vamos a ver como nos sale el invento. Y no es que yo esté muy convencia!, noooo, que yo soy muy devota de mi virgencita del Carmen y se de muy buena tinta que a ella estas cosas no le gustan ná de ná.


Pues nada, así nos tenemos que ver, tu y yo sentás alreor del tablero y con el vaso de la mesita de noche de la difunta Davi. Pobrecita, que Dios la tenga en su gloria, pq ella era algo rara, pero se hacía de querer la mu joia. Pues eso, que me quedé como recuerdo el vaso con sus marcas de pintalabios y mira que ahora nos va a venir que ni pintao.


Tu ponte seria, que me ha dicho mi sobrina la Yeni que si nos reimos no vale y nos pué pasá algo malo, Dios no lo quiera!!!. Así que venga, pon aquí el deo que vamos a empezar.

- Davi, si estás aquí manifiestate-

- Davi, si estas por la pensión manifiestate-

- Davi, puñetera, que no tengo to el día y estoy muertica de miedo.

Mira!!!, mira!!!, yo creo que se ha movio, ahyyyyyyyyyyyy, que si, que si, que el vaso se ha movio......., uffff, uffff, ...... A ver, que me tengo que tranquilizar.

-Davi, fuiste tu la que me dio sustito el otro día limpiando la escalera?-

- Davi, tienes algún asunto pendiente en este mundo que te retiene?, necesitas que te haga una ofrenda de laca Nely para estar bella en el más allá?-

Pues ahora no dice nada, que raro. Yo creo que esto de mover el vaso para un espíritu tiene que ser mu agotador y claro, como está recién llegá po tendrá que aprender. Si, va a ser eso, pq yo lo vi en una peli muy bonita, niña, era gossss, o como se diga, preciosa, con ese momentazo en el barro. Ahiii si yo pudiese darme un revolcón de esos de vez en cuando, que ya ni me acuerdo hija. Yo creo que me he vuelto hasta virgen, con eso te lo digo tó. Pq yo desde que me abandonó mi Manolo por otra, fijate lo que te digo, estoy muerta de cintura para abajo, niña, y es que tengo unas desganas que pa mi se quean.


Bueno, ceo que esto no funciona, habrá que intentarlo otro día. Hala, amonos con el chiringuito a otra parte que me queda mucha faena por jacer.

martes, 29 de enero de 2008

El perfume de la permanencia


La actuación de ayer en el Cheetah fue dura. Su música va cambiando a lo largo de la noche como su público y lo que te va ofreciendo el local. Creo que por eso persiste con los pasos de los años y corre mejor suerte que otros locales emergentes que se desvanecen en cuanto pasan de moda su estética o empiezan a ser colonizados por gente indeseable por la mayoría.

Aún no he eliminado del todo el maquillaje de mi cara. Mi boca aún se encuentra enrojecida y algo hinchada. Me gusta seducir a ese tipo de gente que cuando me mira esquiva la mirada. A veces resulta una situación violenta sobre todo para la persona que miro. No quise intimidar y al bajar del escenario toque su hombro y le dije que me acompañara.

Fuimos al camerino. Allí observaba por el reflejo oscuro de un mueble lacado mientras me cambiaba y hacía la maleta. Tomaba una copa que preparé antes. Miraba el tocador de Amanda. Acarició alguna de las pelucas que tenía preparada para esa noche y le llamó la atención el tocador de La Davi, tenía un perro de peluche y dos Vírgenes pequeñitas que cambiaba de vestimenta según la época litúrgica. Tenía la frente sudada. Era tarde y el local ya había aminorado tanto la intensidad lumínica como la potencia del extractor de humo. Yo también sudaba.

Siempre me había excitado el olor corporal y que se mezclase bien con mi piel. En muchas ocasiones no me duchaba porque me gustaba que permaneciese ese olor conmigo todo el día. El tuyo era un olor lácteo, aún lo conservo en mi pecho y de vez en cuando abro mi camisa y aspiro tu recuerdo.

Mis ojos tiene el insomnio de una noche de risas y complicidades con algunos rastros de la brillantina por mi cuello. Mi cama la dejaré deshecha para cuando vuelva de la jornada que me espera respirarte de nuevo y abrazar mi almohada como si fueras tú.

lunes, 28 de enero de 2008

El juego de los pies (parte I)


Tengo que reconocer que antes tenía la mala costumbre de andar cabizbajo y que ese hábito me llevó a adquirir una manía consistente en imaginarme como serían las personas a partir de sus zapatos. Jugaba a adivinar que tipo de ropa llevaban, como podrían ser físicamente e incluso me inventaba sus vidas. Desde que corregí esa postura tan dañina para la espalda, la dinámica ya no tiene sentido, pues ver directamente sus caras no da pie a la invención. Afortunadamente el día que llegué a esta pensión no podía imaginar que el destino iba a ser tan benévolo conmigo.

El primer día aquí los nervíos me comían pensando como iba a ser mi lugar de trabajo, iba con ganas de innovar y ofrecer nuevos platos a los inquilinos, con ilusiones renovadas de poder ofrecer mi arte a los demás. Cuando el director me indicó que la cocina estaba en el sótano junto al cuarto de calderas mis expectativas se vinieron abajo, y de nuevo con la cabeza gacha fui bajando las escaleras camino de aquel lugar que me imaginaba húmedo y con poca luz.

Al entrar mis ojos se detuvieron en un punto, ni siquiera me paré a ver la disposición del mobiliario. Todo a mi alrededor se hizo invisible, sólo tenía ojos para la pared que daba hacia la calle y el gran lucernario que se abría paso entre los ladrillos.

Desde entonces, me paso las horas contemplando tal desfile de pies envueltos en zapatos y algún que otro descalzo y magullado. La distracción no es buena amiga de un cocinero porque ya algún plato que otro se me ha quemado. Pero no me importa porque de nuevo vuelvo a jugar, pero esta vez con la cabeza bien alta.

viernes, 25 de enero de 2008

SI ES QUE UNA NO GANA PARA SOBRESALTOS



En Sevilla a 5 de enero de 2008, yo, Davinia del Pino, Jiménez Amores, domiciliada en la habitación 113 de la Pensión Bienvenido, de 27 años de años de edad, natural de la provincia de Cáceres , de estado soltera pero no entera y de profesión enfermera, hallándome en pleno goce de mis facultades mentales, y ante un pálpito que me ha dado de que quieren acabar con mi vida, he decidido otorgar tesamento Ológrafo como a continuación expreso:

Al haber muerto mis padres (normal después de tantos disgustos como les di) y al no haberme regalado la naturaleza el don de la maternidad, nombro heredera universal de todos mis bienes a Amanda Monti, con domicilio en la Pensión Bienvenido, vecina de habitación y mi única amiga.

DAVINIA DEL PINO JIMÉNEZ


Después de que el Notario leyera el testamento de la Davi, me desmayé.

jueves, 24 de enero de 2008

Si al menos se hubiera resistido

Hoy me han llamado mis padres, dicen que el escándalo en el pueblo se va apaciguando. Me cuenta que mi madre a penas sale y que es mi hermano el que le hace las compras; mi padre el pobre sale muy temprano para trabajar en la fábrica para no cruzarse con los vecinos y menos mal que la cementera esta lejos y que sus compañeros de trabajo no hacen preguntas. Les he preguntado si siguen las pintadas en la fachada, pero no me han querido contestar.

Y es que no lo pude resistir, fué el día de la cabalgata en la romería, ella estaba tan guapa, con ese traje, mitad hada de los bosques, mitad campesina de la alpujarra que ... me quedé encandilado. Si empecé a salir con su prima solo fué por ella, me di cuenta ese día que de verdad quien me gustaba solo ella, pero ... por estar cerca, en fin, cosas que no se piensan. Cosa que tenía que haber hecho cuando ya en el campo la seguí... Si al menos se hubiera resistido.

Les he dicho que aquí estoy tranquilo, que de momento no me he cruzado con nadie del pueblo y que, de momento el malacara del recepcionista no le esta dando importancia a que no tenga el orininal del dni, pero es que esta pensión, es muy rara, no he podido cogerla peor, me he enterado que hubo un suicidio y los inquilinos siempre esta mirando unos a otros por el rabillo del ojo. La única que me mira directamente a los ojos y dice que tengo mal de amores es la trini, "la limpia" de aquí que siempre lleva el bote de agerur en la cintura; a veces no puedo resistirlo se me va los ojos cuando miro su bote... es tan bonito y lo lleva tan bien puesto, uf.

En cuanto a centrar mi vida aquí, al final estoy asistiendo a las clases de trabajo social sin estar matriculado de na, me paso la mañana entrando y saliendo de las clases sin importarme el curso, me siento atrás y nadie me pregunta; lo curioso es que me esta gustando y me voy a apuntar de voluntario con los de la ONG de refugiados. He coincidido con un chico argelino muy simpático, Alí y de vez en cuando me habla de sus creencias religiosas, me esta va mucho el rollito este de "Alá es grande", Mañana iré con él a visitar la mezquita provisional que tienen en la Macarena.

martes, 22 de enero de 2008

Uno de mis trabajos

No, si lo que yo no tenga que soportar...

Los lunes paso consulta en una clínica privada de Triana. Porque yo, que aún no lo he contado, soy traumatólogo.

El caso es que esta tarde llego a la consulta y resulta que me han cambiado a mi enfermera de toda la vida. La han sustituido por una enfermera niñata de veintipocos años. No sé de dónde la habrán sacado, pero es un ser realmente repulsivo. Tiene pinta de ser de Pino Montano o de por ahí. Mastica todo el rato un chicle que seguramente dejará la clínica apestada de olor a química durante años.
Al cabo de la media hora, decido que ya tengo demasiadas canas para aguantar a una cría así al lado, así que intento como sea quitármela de enmedio.

Por supuesto, no le he dado el día libre, no. Vamos, lo que faltaba es que ésta cobrara por pasar el día paseándose por ahí, que seguro que es lo que en realidad le gustaría.

No, lo que he hecho ha sido enviarla a que me compre el regalo de cumpleaños de mi hijo, que es la semana que viene.

-Oye, ¿tú no tendrás idea de dónde se compran videojuegos?
-Sí, ¿por qué? -dice enseñándome el chicle.
-¿Te importaría ir a comprarme uno ahora si te doy el dinero?

Le paso el trozo de papel en el que mi hijo me escribió hace dos semanas el juego que quería por su cumpleaños y le digo que no se dé mucha prisa en volver. Ha tardado tres horas en hacerme el encargo, pero ¡qué a gusto me he quedado solucionando a la vez el problema del regalo y el de la niña esta!

lunes, 21 de enero de 2008

LA SALA DE CALDERAS


Recuerdo la primera vez que entré en la sala de calderas. Fue cuando empecé a trabajar en la Pensión Bienvenido, hace ahora tres años exactamente. El director del hotel contactó conmigo a través de una página de empleo y, tras una breve entrevista (en la que apenas revisamos mi curriculum), me ofreció el puesto. Por aquel entonces me estaba tomando un periodo de descanso, y lo cierto es que no me pareció mal volver al trabajo aprovechando la ocasión que se me brindaba.

Una vez hube firmado el contrato, el director me expuso con impaciencia la que habría de ser mi primera tarea. Al parecer habían estado teniendo problemas con el sistema de distribución de agua caliente. Una vez resuelto el entuerto -no me costó demasiado descubrir que el fallo residía en el quemador de la caldera principal- descubrí que el anterior técnico de mantenimiento había sido despedido pocos días atrás. Alguien me contó que, aun en pleno invierno y con el agua caliente averiada, el director Ciro Matamoros despidió a ese técnico sin contemplaciones.

Aunque al principio me extrañó mucho, poco después descubrí que ese Ciro, lejos de responder a mi primera impresión -la de una persona sensata y razonable-, era un completo cretino, y entonces atribuí aquel despido a alguna excentricidad suya.

Hoy he bajado a realizar una inspección rutinaria y, al revisar el quemador de la caldera principal, he recordado esta anécdota. Ahora me pondré a hacer algo de limpieza, que ya va haciendo falta. Me gustaría pedirle ayuda a la buena de Mari Trini, que seguro que además amenizaría la tarea con el ocurrente estilo que tiene para contar historias cotidianas. Por desgracia para mí, y al margen del director (que tiene su propia llave), sólo yo tengo permiso (y una copia de la llave) para entrar en la Sala de Calderas.

domingo, 20 de enero de 2008

Alguien me vigila


Siempre he sido una persona de caracter tranquilo, amable, y de temperamento calmado. Sin embargo, de un tiempo a esta parte cada vez estoy más nervioso.

Si bien mi acompañante misterioso no ha vuelto a aparecer, hay alguien que creo que me vigila de cerca. Puede que anden tras el borrador de mi próxima novela, que mi editor me pidió que guardara celosamente. Sospecho que este espionaje está de alguna forma relacionado con la persona que pagó mi habitación, pero no logro ni suponer por qué.

Mis sospechas empezaron hace un par de días. Normalmente no salgo mucho de mi habitación. Por las mañanas, nada más despertar, bajo a por el desayuno, y suelo continuar con la correción de mi novela en el patio que da a la cocina, siempre rebosante de luz y tranquilidad. De ahí, subo de nuevo a la habitación por motivos de aseo, y descanso -normalmente con un poco de lectura- hasta la hora del almuerzo. Hace tiempo que no voy a casa: normalmente me quedo a comer en algún bar cercano, pero últimamente, desde que probé las maravillas de la cocina del señor Martín, prefiero comer también aquí en la pensión. Por las tardes continúo con mi trabajo: en mi habitación diseño los perfiles de los personajes que compondrán mi próxima obra, y sus relaciones. Y finalmente, por las noches me gusta dedicarme al placer de la lectura hasta quedarme dormido.

Como veis, me ausento poco de la habitación. Pero fue después de una de mis escapadas cuando noté que alguien había entrado. No había nada en particular que le delatara, sino más bien un conjunto de pequeñas cosas: mis zapatillas no estaban juntas a los pies de la cama, sino un poco desplazadas, como si alguien hubiera tropezado con ellas. Las cortinas, que siempre mantengo cerradas, estaban entreabiertas, y sin duda, habían deshecho la cama, para luego volverla a hacer, en un intento frustrado de encontrar algo... Tras pensarlo detenidamente, llegué a la conclusión de que alguien andaba detrás de mi preciado borrador. Suerte que normalmente cuando salgo, es para corregirlo, y lo suelo llevar conmigo.

Pese a no estar tranquilo, siempre pensaba que podría habermelo imaginado todo, que tanto trabajo me estaba volviendo mal de la cabeza. Pero esta tarde ha ocurrido algo que me ha confirmado mis sospechas. Mientras dibujaba y estudiaba las complicadas relaciones familiares de los personajes de mi próxima novela, de repente me envolvió un silencio sobrecogedor. Yo me quedé inmóvil, inquieto, y sin saber por qué, de repente sentí una presencia en algún lugar de la habitación. Ese sentimiento se mantuvo durante algunos minutos hasta que finalmente aguanté la respiración, intentando no emitir el más mínimo sonido. Cerré los ojos, y de repente, me pareció oir un leve chasquido que provenía de la pared situada a mi derecha. Intentando no parecer alarmado, me giré, como buscando un documento, intentando dar con el origen del chasquido, cuando allí lo vi, en la pared: un minúsculo agujero a través del cual juraría que vi movimiento tal cual me estaba girando.

Mi reacción fue inmediata: cogí mi portafolios -ya que no me separo de él en ningún momento- y salí al pasillo. Como la pared desde la que me observaban daba a la habitación vecina, llamé varias veces, sin obtener respuesta.

Como siempre hago en estos casos, mantuve la calma y regresé a mi habitación para meditar qué hacer. Si alguien quiere vigilarme, la habitación vecina, con su indiscreta mirilla, sería el lugar ideal. Poco tardé en bajar para preguntarle al señor Matamoros quién la ocupaba. Su respuesta fue que esa habitación no ha estado alquilada en los últimos días.

Volví sobre mis pasos, dejando atrás al señor Matamoros con una mueca de "¿y a ti qué coño te importa?" en la cara, y justo antes de cruzar el umbral que daba al pasillo lo vi clarísimo. ¿Cómo he podido ser tan despistado? Di media vuelta y volví a hablar con el director:

- Disculpe, señor Matamoros. La noche que llegué a la pensión estaba un poco borracho, y no recuerdo quién me pudo acompañar. ¿Podría usted decirme quién me trajo aquí, y pagó la habitación? Tuvo que dejar su documentación, ¿no?

La cara del señor Matamoros, esta vez se tornó en una expresión de desagrado tremenda. De sus labios oí lo último que esperaba como respuesta...

Mientras volvía a mi habitación sus palabras no paraban de resonarme en la cabeza.

¿La habitación la pagué yo? ¿Cómo es posible?

viernes, 18 de enero de 2008

De nuevo en Europa

Por fin se actualiza el panel de salidas de la estación. El autobús con destino a Sevilla saldrá a las 23:45 horas. Estoy agotado después de tantas horas de viaje. Afortunadamente he encontrado un asiento donde descansar un rato. Necesito recuperar fuerzas tras los momentos de tensión vividos en el aeropuerto. Me sorprende el incesante ir y venir de viajeros a estas horas y, sobre todo, la variedad de razas y culturas de las que parecen proceder. Tengo la sensación de que este país ha cambiado mucho desde mi primera visita, hace ya más de quince años. Menos mal que el bullicio de la estación impide que me venza el sueño. No puedo perder de vista el equipaje. Por mucho que me apetezca dar una cabezada, no me perdonaría cometer un error ahora que he pasado lo más difícil.

Todavía muestro cierta incredulidad por haber superado sin problemas el escollo de Barajas. Ya me dijeron antes de salir que la indumentaria de sacerdote ayudaría a pasar desapercibido en el aeropuerto y, sin duda, así ha sido. El pasaporte comunitario y mi aspecto físico, acorde a mi origen centroeuropeo, también han contribuido a evitar los controles más exhaustivos de la policía aduanera. Ahora me encuentro mucho más tranquilo y aliviado, dispuesto a afrontar el último tramo del viaje, toda la noche en el asiento de un autobús, con lo que puede suponer para mi maltrecha espalda. No sé cómo me dejé convencer para realizar el trayecto de Madrid a Sevilla en bus. Aunque es cierto que los sistemas de vigilancia en el tren son más minuciosos y no hay que correr riesgos innecesarios.

Después de más de diez horas de vuelo, y teniendo en cuenta el jet lag, los días que llevo malcomiendo y la noche que me espera sin pegar ojo, no veo la hora de llegar a la pensión que me recomendaron antes de salir. Es económica y está bien situada y, de momento, con eso me basta. En ella inicio una nueva etapa de mi vida, de nuevo en Europa. ¿Cómo se llamaba? Lo tenía apuntado en algún sitio... sí, está aquí. Pensión Bienvenido. Suena bien.



martes, 15 de enero de 2008

ya voy, ya voy, ¡buenos días!, ¿desean habitación?


Mi apacible vida transcurre detrás de un mostrador; y no, no soy precisamente ningún camarero.


Hace ya algún tiempo, siete años, que decidí abrir la pensión; desde entonces y día tras día, atiendo a todo el personal y a los inquilinos que se hospedan en ella.

A mi cargo está el personal de la pensión, empezando por ese mariconazo de Adam White que contraté para delicia de las cañerías de mi pensión además de otras en las que prefiero no ahondar, pero el tipo hace bien su trabajo y no me meto con él. Además me encontró un cocinero y me ahorró la molestia de tener que buscarlo yo mismo, con lo que me desagrada hacer entrevistas de trabajo. Peor es esa alcahueta alcohólica que responde al nombre de Mari Trini. La contraté por lastima, ella dice que ya no bebe, pero por lo último que me han contado aquellos que la han visto chillando de camino a la cocina, creo que ha vuelto a empinar el codo y de lo lindo, si la pillo borracha en horas de trabajo echo a esa hija de puta.

Hablando de hijas de putas, ninguna como mi cuñada. Mira que le dije al gilipollas de mi hermano que no se casara con ella, pero el muy imbécil no tuvo otra cosa que hacer que tirarse a sus brazos y hacerle dos hijos, casi ná; y para colmo no hizo ni separación de bienes antes del matrimonio con lo cual, ahora lo tengo que soportar en mi pensión todos los días. A decir verdad en la familia Matamoros, nunca hemos tenido suerte en esto de las relaciones, pero el mamonazo no tiene donde ir y me he visto obligado a recogerlo ocupando una de mis mejores habitaciones.

Al menos la semana ha empezado bien, la habitación 215 ha sido pagada incluso antes de abandonarla. Ha sido todo un detalle; esta noche me gastaré parte de la pasta en Cheetah. Un amigo me ha pedido que lo acompañe, por lo pronto me libraré de la gente de la pensión durante una noche, no creo que ninguno de estos muertos de hambre sepa siquiera lo que es Cheetah.
No lo he dicho, pero por ahí me llaman Ciro, Ciro Matamoros.

lunes, 14 de enero de 2008

Me están observando!!!!


Buenos días, me llamo Mari Trini y soy alcohólica.

Con esas palabras tan poderosas comencé la tan necesaria rehabilitación sobre una adicción que me tenía consumiita toa. Y es que mi vida no ha sido un camino de rosas, ni siquiera ha sido un camino, sino más bien un sendero de piedras y fangos por donde he deambulado a trompicones.
Porque en esta vida, hija, quien nace desgraciá, muere desgraciá, y yo nací desgraciá, con eso te digo tó.

Menos mal que ahora parece que ando algo mejor de lo mío y tengo cierta estabilidad laboral aquí en la pensión. Que por cierto, no te he contao la última, niña que polémico, te vas a quedar con las patitas colgando. Escusha:

Estaba yo antié dándole brillo a la barandilla de la escalera con un poquito de agerul, que es buenísimo y que te lo deja todo como los chorros del oro, porque tu sabes que yo soy muy mal hablá, pero niña, a limpia no hay quien me gane. Bueno, pues eso que estaba yo limpia que te limpia cuando me da como una sensación de estar siendo observada, no se si me explico, el caso, que me incorporé, miré hacia todos los lados pero yo no vi a nadie. En ese preciso momento, Amanda Montí venía escaleras abajo, -buenos días-, buenos días nos de Dios. Niña, que olores mas buenos me lleva la Amanda, bueno Amanda ella se llama Francisca Gutiérrez, lo que pasa es que claro, aquí todo el mundo se pone nombre muy fantásticos y extranjeros, por la cosa esa que llaman glamour, en fin, ellos sabrán porque yo no me meto en na, que tu sabes que a mi eso de llevá y traer no me gusta.

Bueno, pues eso, que sigo yo dale que te pego sacando brillo extra cuando vuelvo a tener esa misma sensación. Miro de nuevo hacia un lado, hacia otro y nada, que raro, niña. Pues como andaba nerviosilla me puse a cantá copla, que a mi me vuelve loca, ay que tiempos aquellos en los que cantaba en las fiestas de mi pueblo. Pues ahí que sigo con la tarea cuando, niña, mira, se me ponen los vellos como escarpias, miro hacia el cuadro del tío ese moña que hay en la pared que sube a la primera planta y veo que me está mirando. Niña, ¡que me miraba fijamente!, ¡Virgencita del amor hermoso!!!!, ¿como va a ser eso?, yo me quedé muerta, pero muerta, muerta. Y es que en mi vida me han pasao muchas cosas, tu lo sabes, pero hija como ésta no y conste que no bebo desde hace ya cuatro años; y no por falta de ganas, que yo me pego el día pensando en un copazo, sino por una promesa que le hice a mi virgencita del Carmen.
¿Que qué hice?, corré todo lo que pude e irme pa la cocina en busca de Martín pa que me protegiera porque yo estaba con un ataque de ansiedad que ni veía ni ná.

Pero no sirvió de nada porque no estaba en la cocina y niña, que ahora subo y bajo en ascensor porque me da un repelus pasar por las escaleras que me quedo helá.

sábado, 12 de enero de 2008

Se esfumó

Pronto en mi vida fue demasiado temprano. Durante mi infancia me influyeron de sobremanera los artilugios para espiar usados por la pandilla de Scooby Doo y los gadgets de James Bond. Desarrollé cierta desconfianza hacia la gente que me rodeaba y agudicé mi perspicacia. Existen agujeros en las paredes por los que a través de cuadros colgados visualizo los interiores. A menudo el encargado de mantenimiento, Adam White me los ha tapado preguntado su por qué. A lo que yo hacía oídos sordos.

Me gusta observar a la gente. Analizar sus pautas de comportamiento. Decidí entrar a trabajar en la Pensión porque podría ver en un mismo lugar a personas diferentes e introducirme en su cotidianidad. Soy el que les da la bienvenida, recoge sus maletas y proporciona la llave del lugar donde habitarán por un tiempo acompañada de una entusiasta y sincera sonrisa. Suelo detenerme sobre todo en la gente que pasa largas temporadas. Las personas-flashes no me interesan. Al igual que llegan se van. Sin tiempo para interactuar con los huéspedes y sin que ellos me aporten nada. Enriquezco mi visión con la aportación de la limpiadora Maritrini a través de los objetos y de lo que le va llamando la atención de las habitaciones.

Además de la cotidianidad intento involucrarme en sus facetas lúdicas. De ahí que por las noches actúe dentro de un local bastante peculiar en la ciudad. El “Cheetah”. No soy una Drag Queen. Me considero un actor. Mi compañera de trabajo es Amanda Monti. Anteriormente también nos acompañaba La Davi. Pero tras su intoxicación nos dejó más hueco en el escenario.

Dentro de la Pensión, en una de mis observaciones, me quedé perplejo ante lo que le sucedió al hijo incomprendido y olvidado de un matrimonio liberal bastante ocupado de sus quehaceres y las juergas vividas en el Cheetah. A su hijo lo solían dejar en la habitación en cuanto terminaban de cenar. El muchacho tenía un mundo bastante peculiar. Hablaba con alguien. Tenía un amigo imaginario con el compartía historias, dormían y veían la televisión juntos. Era curioso verle sentado en una mesa con sillas enfrentadas. Él mismo hacía la conversación de ambos. Bastaba con sentarse en la silla opuesta para que hablase con otro tono creyéndose que era su amigo invisible. El amigo invisible lo invitaba a irse de la habitación. A escapar. Era una especie de alter ego hablando en voz alta. Varias veces lo vi hacer la maleta y con la mano en el picaporte a punto de marcharse. Pero en una de estas ocasiones dejó la maleta hecha cerca de la almohada, abrió la ventana y se sentó encima de la cama y se arropó enteró. No hacía más que repetir: “Me quiero ir”, “No os quiero ver más”,… Parece que entró en una especie de mantra y repentinamente como si se lo hubiese tragado el colchón el niño se desvaneció entre las sábanas.

jueves, 10 de enero de 2008

Con las manos en la masa - Como llegué a parar aquí

Por aquellos días de primavera mi vida estaba putrefacta, como la mayoría de los alimentos de mi recién estropeado frigorífico. Mi sueldo necesitado de levadura, era como un canapé: pequeño e incapaz de saciar mis necesidades.

Con idea de alimentar la economía sumergida, la búsqueda de algún cartel callejero donde figurase “Reparaciones a buen precio” me llevó más tiempo que encontrar una receta adecuada para un ocasión especial.

Tras veintinueve minutos de rastreo, paré a descansar en la plaza del Pan. Sólo de mirar el nombre mi vacío estómago se regocijaba de alegría. Transcurrido no sé cuanto, callejeé por no sé donde, y allí en la intersección de las calles Agua y Pimienta colgaba aquel folio escrito a mano: “Adam white, técnico de mantenimiento. Precio: la voluntad”

Rápidamente, arranqué una de las tiras con el teléfono y me puse en contacto con él. Dos horas más tarde, mientras me reparaba el electrodoméstico empecé a hablarle de mi vida, fruto de la desesperación: “¡Encima que todo me va mal, el frigorífico de tan sólo año y medio decide prescindir de mi!”. Sólo buscaba consuelo, unas dulces palabras con las que nutrir mi desesperación.

Con idea de caerle en gracia y reducir “la voluntad” al máximo, una vez terminado su trabajo invité a Adam a limonada y crêpes caseros que él aceptó encantado. Tras el primer bocado y el segundo sorbo, su expresión cambió a una gran sonrisa. “¡Eres quién buscábamos!” me dijo sin venir a cuento. Yo, que no entendía el porqué de sus palabras sólo pude hacer un gesto de ignorancia que él respondió mostrando uno de sus folios manuscritos: “Se busca cocinero de buena voluntad y amable paladar. Razón Pensión Bienvenido.”

Desde aquel día, mi vida cambió a mejor. Ahora desde los fogones de esta cocina que me vio renacer, alimento a todo aquel que se hospeda en esta vuestra pensión con platos aderezados de cariño, porque no sólo de pan vive el hombre.

martes, 8 de enero de 2008

MUERTA (me quedo)

Ay, ay, ay!

Yo sé que esta profesión tiene sus riesgos, para qué nos vamos a engañar, pero es que algo así no se espera nunca.

Pobre Davinia.

Hace algunas semanas apareció muerta, en la habitación 112.

Al principio todos pensamos que fue víctima de una agresión sexual o incluso de un ajuste de cuentas.

Nada más lejos de la realidad.

Alfredo Flores, agente de la Policía Científica y viejo conocido me lo confirmó ayer.

La Davi murió de una intoxicación de laca.

Laca Nelly.

lunes, 7 de enero de 2008

Mi primer día en Sevilla

En principio la recepcionista no me ha hecho demasiadas preguntas. Se ha tragado eso de que soy estudiante y que a estas alturas me han dejado colgado con el piso mis compañeros y he tenido que buscar una pensión mientras busco otro. Aunque es mas caro, no tengo ganas de inventarme explicaciones con otros estudiantes sobre mi vida y que es lo que me ha llevado a venir a Sevilla. Me ayuda mi juventud, mi cara de niño y la fotocopia manipulada con mi nombre; le he dicho que mis padres estan de viaje y que me enviaran el dni dentro de dos semanas, si lo alargo a un mes estaré satisfecho.
Me cuesta acostumbrarme a este nombre "Ángel", -Te llamas Ángel- me repito cada mañana para no meter la pata.
En fin, he echado en la maleta vieja marrón lo que he podido, menos mal que mañana son las rebajas y que el dinero que me han dado es suficiente para aguantar aqui tres meses, me han dicho que me enviarán mas dinero, a ver si es verdad.
Algo tengo que hacer.. mmm, ya he dicho que estoy estudiando Trabajo Social y tendré que, al menos, comprarme algunos libros y saber donde está la escuela para no levantar sospechas. También tengo que pensar en algún trabajo, pero eso será mas adelante; ahora solo quiero aclararme con el mapa y situar la pensión.
Aquí los inquilinos, de momento, no son muchos, hay un tipo con cara de amargado en las 128, yo por si acaso ni le miro, que me hable él si quiere antes.
Tengo que empezar a conocer gente, o por lo menos inventarme algunos amigos, ya veré lo que hago, son mas de las 12 y mañana tengo que ir de compras.

sábado, 5 de enero de 2008

Sacar a comer a mis hijos


Esta mañana me ha llamado Pilar para recordarme que hoy me toca sacar a comer a los niños.

-Ya lo sabía, no hace falta que me lo recuerdes, sé qué días tengo que ir a recogerlos -contesto y le cuelgo.

En realidad, había olvidado que ahora los festivos me toca quedarme a mí con ellos; pero no voy a reconocer ante Pilar mi olvido, que la muy zorra es capaz de grabarme la conversación y presentársela al juez alegando que ni siquiera estoy capacitado para quedarme con los niños una vez cada dos semanas: no es la primera vez que intenta cosas así.

A las dos saco el coche del garaje de la pensión y bajo por la Ronda en dirección a casa de Pilar. En realidad, la casa de Pilar es mi casa desde el momento en que fui yo quien pagó completamente la hipoteca, pero ya me duele la boca de explicarle eso al gilipollas de mi abogado; él me dice que lo normal es que la mujer se quede con la casa y con los niños, así que a mí no me queda otra que cagarme en el Código Civil.

Mi hija tiene diez añitos y se sienta en el asiento trasero después de darme un besazo en la mejilla. El mayor se sienta delante y ni siquiera me da los buenos días, sino que se dedica a mirar todo el viaje por la ventanilla.

-¿A dónde queréis que os lleve a comer?
-Al Sloopy, papá, llévanos al Sloopy, por favor -me dice la niña, que tiene la desgracia de llamarse también Pilar.

Consigo aparcar en Virgen de Luján y entramos en esa pizzería en la que sillas y mesas están siempre un poco grasientas. Pido una cerveza y mis hijos, una hamburguesa cada uno.

-Si queríais comer hamburguesas, podríamos haber ido a algún sitio mejor -les reprocho.

Yo no quiero nada, no tengo hambre. Me entretengo en ver comer al mayor mientras me bebo mi cerveza. Tiene dieciséis o diecisiete años y engulle como un cerdo. Apenas levanta la hamburguesa del plato, lo que hace es inclinar la cabeza sobre la comida. Más que morder su hamburguesa, parece que la está desgarrando. Sube por fin la cara y veo que tiene esos cuatro pelos del bigote que nunca se afeita llenos de mayonesa. Qué asco me da.

-Dice mamá que cuándo vas a dejar de vivir en el hotel del tito.
-Dile a tu madre que no se meta donde no le importa.

Yo también tengo la desgracia de que el mayor se llame igual que yo: Rafael Matamoros.

jueves, 3 de enero de 2008

SERVICIO DE MANTENIMIENTO TÉCNICO


Ser técnico de mantenimiento está bastante bien, al menos en comparación con otros muchos empleos. Trabajo en la Pensión Bienvenido desde hace ya varios años, gano un buen sueldo y mi horario, aunque rotativo, me permite tener vida propia. Mi nombre es Adam White y controlo instalaciones de baja tensión, calderas, acondicionamiento de aire y fontanería, entre otras cosas.

Aunque pueda parecer un trabajo mecánico y monótono, lo cierto es que las instalaciones de un hotel son suficientemente complejas como para que el número de posibles averías tienda casi a infinito. De todas formas, recuerdo que una vez un inquilino me describió con detalle una operación de apendicitis mientras yo arreglaba la bomba de calor de su habitación, y en ese momento pensé que, por fortuna, las instalaciones de un hotel no eran tan intricadas después de todo.

Ahora bien, cuando en alguna ocasión alguien me ha visto inspeccionar una instalación y me ha preguntado por el diagnóstico, sí que he pensado en un paralelismo médico. En esos casos, y para darme un poco de autobombo, yo siempre he mencionado que se trataba de un diagnóstico reservado (aunque en realidad fuera una avería trivial).

Por cierto, si estás pensando que mi nombre es insólito, aún comprobarás que pocas cosas dentro de la Pensión Bienvenido pueden considerarse comunes o corrientes.

miércoles, 2 de enero de 2008

Habitación 215: ¿Pero dónde estoy?

No recuerdo mucho de lo que ocurrió anoche, ni tampoco el por qué he acabado en esta pensión. La cama es bastante amplia, y podría asegurar que no he dormido solo. Eso sí, no hay ni rastro de mi acompañante, quien quiera que fuera.

[...]

Me he tomado un tiempo para dar una vuelta por la pensión, y de momento, no sé si será por la fecha en la que estamos, la noto un poco vacía. Sólo me he cruzado un par de veces con el botones, con el que he intercambiado un par de miradas.

También, hace un rato, bajé a pagar mi cuenta, y me dijeron que mi acompañante ya pagó por mí al irse, y que además, lo ha hecho por una cantidad suficiente para que me quede todo el mes, si así lo deseo.

Ya que el ambiente en esta pensión es tranquilo y me viene bien para trabajar (soy escritor vocacional y de profesión), he ido a por mi portátil y me quedaré aquí unos días, más que nada, por curiosidad, ya que si mi acompañante ha pagado un mes completo, igual es que tiene pensado volver.

Lo que más me intriga de todo es asunto (y yo soy de naturaleza curiosa) es por qué no recuerdo nada de los hechos que me llevaron a terminar aquí.

Ahora tengo mucho sueño, y sólo me apetece dormir, así que me retiro a mi habitación.

Por cierto, no me he presentado. Me llamo Edward Vaughn, pero podéis llamarme Ed, y soy escritor de novelas de misterio. Es posible que incluso hayais leido algo mío, pero no os desvelaré el pseudónimo que utilizo para publicar. Me hospedo en la habitación 215.

martes, 1 de enero de 2008

Abierto 24 horas

¿Qué es Pensión Bienvenido?

Pensión Bienvenido es la primera pensión virtual de la Historia. Se trata de un blog comunitario con varios administradores en el que cada uno adopta un rol dentro de un hotel imaginario situado en el centro de la ciudad de Sevilla.


¿Quiénes son los autores de Pensión Bienvenido?

Los autores de Pensión Bienvenido provienen de distintos lugares. Algunos son antiguos escritores de blog; otros, aficionados a Fotolog; para unos pocos ésta es su primera experiencia en este tipo de sitios.

¿Cuál es el objetivo de Pensión Bienvenido?

Aún ni siquiera nosotros lo sabemos. Hoy comienza un viaje sin destino definido. En principio, no pretendemos tratar temas trascendentales; aunque tal vez acabemos escribiendo acerca de filosofía hegeliana, de macroeconomía o de propedéutica de las partes. ¡Suscríbete al lugar para seguir su evolución!

¿Puedo alojarme yo en Pensión Bienvenido?

Por supuesto. Pensión Bienvenido admite visitas y ofrece sus habitaciones al cibernauta que quiera ocuparlas. Si estás interesado en participar con algún texto, ponte en contacto con los administradores a través del libro de visitas.

Disfruta de tu estancia. Nosotros haremos todo lo posible para que te resulte de lo más agradable.

El personal de Pensión Bienvenido