martes, 22 de enero de 2008

Uno de mis trabajos

No, si lo que yo no tenga que soportar...

Los lunes paso consulta en una clínica privada de Triana. Porque yo, que aún no lo he contado, soy traumatólogo.

El caso es que esta tarde llego a la consulta y resulta que me han cambiado a mi enfermera de toda la vida. La han sustituido por una enfermera niñata de veintipocos años. No sé de dónde la habrán sacado, pero es un ser realmente repulsivo. Tiene pinta de ser de Pino Montano o de por ahí. Mastica todo el rato un chicle que seguramente dejará la clínica apestada de olor a química durante años.
Al cabo de la media hora, decido que ya tengo demasiadas canas para aguantar a una cría así al lado, así que intento como sea quitármela de enmedio.

Por supuesto, no le he dado el día libre, no. Vamos, lo que faltaba es que ésta cobrara por pasar el día paseándose por ahí, que seguro que es lo que en realidad le gustaría.

No, lo que he hecho ha sido enviarla a que me compre el regalo de cumpleaños de mi hijo, que es la semana que viene.

-Oye, ¿tú no tendrás idea de dónde se compran videojuegos?
-Sí, ¿por qué? -dice enseñándome el chicle.
-¿Te importaría ir a comprarme uno ahora si te doy el dinero?

Le paso el trozo de papel en el que mi hijo me escribió hace dos semanas el juego que quería por su cumpleaños y le digo que no se dé mucha prisa en volver. Ha tardado tres horas en hacerme el encargo, pero ¡qué a gusto me he quedado solucionando a la vez el problema del regalo y el de la niña esta!