miércoles, 13 de febrero de 2008

El francés

-Estás más gordo, Rafael -me dice ayer Pilar, mi exmujer, nada más abrirme la puerta de la cocina para acudir a la fiesta de cumpleaños de mi hijo el mayor.
-Y tú sigues haciendo el bizcocho ese sequerón de chocolate que no le gusta a nadie -y señalo y fotografío la poco exitosa tarta de cumpleaños que ella habría estado cocinando cariñosamente toda la mañana.


El 12 de febrero, el cumpleaños de mi hijo, es uno de los peores días del año porque me tengo que reunir con mis exsuegros y con toda su piara. Para evitar saludos poco agradables, cojo inmediatamente el pasillo hasta el cuarto del fondo, del que vienen gritos y risas propios de una pandilla masculina de dieciséis años de edad. Entro en la habitación de la fiesta y se hace un silencio sepulcral. Todos los niñatos con acné miran al suelo.

-Hola papá.
-Hola Rafa. Feliz cumpleaños, hijo.

Le doy el videojuego que hace unas semanas mi enfermera compró por mí mientras compruebo que mi hijo ni para el día de su cumpleaños va a afeitarse el bigote.

-"El credo del asesino" -traduzco de la caja. ¿De qué va, Rafa?

Nadie me contesta, pero ponen el juego en la tele y todos los invitados lo veneran como si fuera un objeto de culto. Rafa juega muy mal, lo matan enseguida: una especie de guardia árabe lo sostiene contra una pared de ladrillos mientras otro sádico le ensarta varias veces una cimitarra entre el abdomen y el tórax.

Al ver mi cara de espanto, un francés de unos veinte años que está entre los amigos de mi hijo me dice que a él tampoco le gustan estos juegos. Parece muy simpático y educado, me sorprende que mi hijo tenga amigos tan refinados. Hablamos una media hora de los niños de hoy y de a qué se jugaba cuando yo tenía quince años. Me río un par de veces con él; es un tipo agradable.

Entonces llega Pilar con una bandeja de sandwiches, y al verme con el francés se ruboriza, evita mi mirada y me dice: "Ah... veo que Corentin y tú ya os habéis conocido".